martes, 3 de abril de 2012

El oído


Los oídos se encuentran situados a ambos lados de la cabeza y en ellos podemos reconocer tres partes:

  • Oído externo. Está constituido por el pabellón de la oreja, que es un repliegue de la piel sostenido por cartílagos, y el conducto auditivo externo, cerrado en su extremo final por la membrana del tímpano.
  • Oído medio. Está situado en una cavidad del cráneo. Contiene tres huesecillos encadenados martillo, yunque y estribo, en contacto por un extremo con el tímpano y por otro con el oído interno. Se comunica con la faringe por un conducto, la trompa de Eustaquio, que permite la entrada y salida de aire para equilibrar la presión a ambos lados del tímpano.
  • Oído interno. Formado por un sistema de canales encajados en el hueso temporal, que denominamos laberinto óseo. Este está relleno de un líquido, la perilinfa. El laberinto membranoso se aloja dentro del laberinto óseo, como en un molde, y está relleno, a su vez, de otro líquido, la endolinfa. En el laberinto se distinguen dos zonas: los canales semicirculares, donde reside el sentido del equilibrio, y la cóclea o caracol, donde reside el sentido auditivo.

FUNCIONAMIENTO DEL OÍDO

El oído es un órgano que realiza dos funciones:
La audición. Las ondas sonoras, que son recogidas por el pabellón de la oreja y dirigidas hacia el conducto auditivo, hacen vibrar al tímpano. Esa vibración, ampliada por la cadena de huesecillos, se transmite a los líquidos que rellenan el caracol, donde se encuentran los mecanorreceptores sensibles a la vibración. Estos convierten el estímulo en impulsos nerviosos, que son enviados al cerebro por el nervio auditivo.
El equilibrio. Cuando movemos la cabeza se desplaza la endolinfa que rellena los canales semicirculares. Este movimiento es captado por los receptores situados en su pared y transformado en impulsos nerviosos, que envían la información de estos movimientos al cerebro.

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